Por las noches, después de la cena, friega los platos y recoge la cocina, interrumpiéndose de vez en cuando para tratar de adivinar qué programa de televisión estará viendo su vecino, ese hombre solitario y tímido que le sonríe cuando se cruzan en la escalera. Después, se cepilla los dientes y se acuesta. Le gusta leer en la cama, aunque a veces le es díficil concentrarse. Cuando oye la cisterna del baño en el piso de arriba, apaga la luz y se queda quieta, con los ojos abiertos. A pesar de la costumbre, todavía se le acelera el corazón. Escucha pasos sobre su cabeza y silencios y ruidos indescifrables y, al fin, con una claridad asombrosa, la voz que dice: te quiero. Y se va quedando dormida mientras, arriba, sin que ella lo sepa, su vecino besa la frente fría y acartonada de la que no quiso amarle.
Friday, 26 February 2010
Rituales
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