Friday, 27 March 2009

Llamadas nocturnas

El teléfono suena en mitad de la noche y cómo no asustarse. Su timbre posee la urgencia de la sirena de una ambulancia que atraviesa la ciudad hacia el coche volcado en la autopista. La escena del accidente tiene algo caprichoso, casi lúdico, como si hubiese sido provocada por la mano de un niño de súbito malhumorado. Pero la tragedia se hace patente al descubrir el cuerpo desmadejado como un muñeco roto. No hay nada que hacer, aparte de iniciar los trámites necesarios. Marcar un número y encarar (un tono, dos tonos, tres) la anticipación de pasos descalzos, apresurados, que avanzan a oscuras por un pasillo, atemorizados por el insistente reclamo. El teléfono suena en mitad de la noche y cómo no asustarse. Salir del sueño como quien lucha por salir a la superficie desde el fondo del mar, estando a punto de ahogarse. Buscar a tientas el interruptor de la lamparilla, llevarse el auricular a la oreja y, con la voz adormilada y espesa de ansiedad, suplicar: ¿diga? Las palabras, en un principio incomprensibles, se las repiten dos, tres veces, porque es difícil darles sentido, así, en medio de la noche. Al final, por fin, responde: sí, sí, ahora mismo vamos. Y, tras colgar, volviéndose hacia su mujer: cariño, vístete, te esperan en el hospital, han recibido un donante.

Monday, 23 March 2009

Para siempre

Y es que me paso las horas deseando volver a casa para estar contigo. Cada día llego a la oficina un poco más tarde y me voy algo más pronto, porque es demasiado valioso el tiempo que pasamos juntos. No sé qué haría si no pudiera atrincherarme por la noche en la cama contigo, tan felices los dos, riéndonos y haciendo planes para el futuro (la casa, los niños, las vacaciones). Es verdad que a veces pierdo el control y nos descubro discutiendo absurdamente o enfurruñados sin razón, pero ya le voy cogiendo el tranquillo y estoy seguro de que acabaré con las desavenencias. Sobre todo ahora que me fortalece la certeza de saber que cuando te dije que no podía vivir sin ti no estaba sucumbiendo a ese vicio tan feo de los enamorados de hacer promesas que no van a cumplir: siempre, nunca, hasta la muerte. Porque en mis sueños tú y yo aún seguimos juntos. Y ahora sólo me falta lograr, a base de dormir unos minutos más cada noche, olvidar esa pesadilla en la que decías que me dejabas para siempre.
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Foto: R. Magritte, "Los amantes" (1928)

Tuesday, 17 March 2009

Alto Consumo


Acuden a los escaparates como las polillas a la luz de las lámparas. Rebotan, insistentes, de un cristal a otro hasta que, al fin, tras el parpadeo de una puerta que se abre automáticamente o el esfuerzo de empujarla con los brazos, se encuentran en el interior de una tienda, un centro comercial, un supermercado. Entonces, con propósito renovado, revolotean por pasillos y mostradores, ansiosos por soltar su carga: el dinero que les quema las manos.
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Foto: MAN RAY(Mannequin with a bird cage over her head) [Leaf 19]: from Resurrection des Mannequins 1938-66